sábado, 12 de septiembre de 2009

Cuento de hadas.

Hubo una niña a que le enseñaron a tener miedo, a no confiar en nadie. La enseñaron que no era bonita y que si comia algo más nadie se iba a querer casar con ella. Porque nadie quiere a las gordas. Y para desgracia de la niña: era muy torpe hasta para el baile e igual pasaba con la escuela. Como toda historia digna de llanto la niña creció y fue feliz a pesar de todo. Porque la niña descubrió que una forma de aligerar la carga era tratando de hacer todo perfecto en la escuela.

La niña siempre tuvo afinidad por las computadoras. De hecho ella me contó que su primer recuerdo es estar en pañales moviendo el mouse encima del escritorio de papá. Y la niña era tan ñoña que alguna vez me contó que hizo su tarea en Corel Draw. La niña descubrió el internet y jugaba en sus páginas favoritas, hasta chateaba con niñas gringas de su edad.

La niña de pronto tuvo 12 años. Y el papá le enseñó a usar el Yahoo Chat! entonces la niña se creyó que ganaba confianza. Se creyó que ahí se sentia segura. Seguramente alguna vez fue así. Porque la niña vivia para pensar cuando volveria a estar en la computadora. Porque la niña se sentia feliz. Porque la niña tenia los amigos perfectos ahí, sobre todo, aquél que a la edad de 23 empezó el doctorado directo en química. La niña se tuvo que alejar.

Y cuando se alejó creció. Volviendo y no encontrandose con aquél mundo que dejó. Encontrandose al amigo que había abandonado el doctorado directo y ahora hacía farmacología del dolor. Y enterandose que él hizo física cuántica y todo aquello que en aquél momento aquella niña soñaba. Digamos que la niña dejó de ser niña y lo empezó a ver con otros ojos.

Pero ahí fue cuando comenzó la desgracia de esa joven. Porque entre más crecia más se daba cuenta que aquél hombre era todo lo que ella queria. Y más le dolia no verlo bien, le rompia el corazón. Entonces se desaparecian por temporadas. A veces él la salvaba de la incertidumbre. Y ella le lloraba todas las tardes en secreto hacia adentro sin que nadie la oyera. Él la salvó a ella de un terrible destino , la salvó de si misma, la salvó de escoger otro camino que no fuera lo que ella necesitaba.

Cuando ella se encaminó. Él trato de acercarla a ella. Le habló de lo que podía ser su futuro si seguia así. Ahora que el futuro llega ella le agradece todo a él. Y acepta la desgracia de vivir a dos mil kilometros. Que a veces lo extraña y quiere salir hacia el aeropuerto sin dejar huella, es cierto. Ella me contó que por las noches sueña que él la visita, y la recorré para no dejarla dormir. Me cuenta que lo ve en sueños que pasaron hace siglos y que también lo ve en sueños que pasaran en algunos años más. Ella me cuenta que cree que las cosas pasan por algo y debe aprender la lección esta vez. Debe aprender que todo es un camino , un proceso hasta un espiral. Y ella me dice con los ojos llorosos que nunca había sido tan feliz, tan segura, tan ella misma, que nunca había sentido la tranquilidad que siente. Pero que tampoco había sentido anhelar tanto que el tiempo pasará y poder terminar este cuento de hadas con un fueron felices por siempre.

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